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Finasteride y Dutasteride como tratamiento de la alopecia

Inhibidores de la enzima 5-Alfa-Reductasa como tratamiento para la alopecia androgénica

La alopecia androgénica (AGA) es un término que describe un patrón característico de caída de pelo. En hombres, puede aparecer desde la pubertad y generalmente ocurre en la tercera década de la vida. En el caso de las mujeres es más frecuente desde los 60 años.

El AGA progresa característicamente de la siguiente manera: primero, ocurre una transformación del pelo grueso, pigmentado y terminal, en vellos pequeños, hipopigmentados y finos. Esta transformación está dada por un aumento en la afinidad de los receptores del pelo en el cuero cabelludo por los andrógenos. Dicho aumento constituye una variante genética hereditaria. Aquellos individuos susceptibles, luego de la pubertad, comienzan a expresar una afinidad aumentada por andrógenos, los cuales, por mecanismos no totalmente dilucidados, modifican el ciclo de vida del pelo, disminuyendo notablemente el tiempo de la etapa anágena de 5 años a sólo unos meses.

Dentro de los andrógenos involucrados, destaca la dihidrotestosterona que tiene una afinidad 5 veces mayor al pelo del cuero cabelludo.

La enzima 5-alfa-reductasa está encargada de transformar a la testosterona en dihidrotestosterona, y se encontró que aquellos individuos con un déficit congénito de dicha enzima no presentaban un patrón de calvicie androgénico. Es por estas razones que un bloqueador de la 5-a-reductasa constituyó un atractivo desafío para tratar el AGA, y hasta el momento ha demostrado resultados alentadores, sin embargo, existen algunas controversias sobre su uso que se plantean a continuación.

Finasteride y dutasteride como tratamiento del AGA

La DHT se une a los receptores de los andrógenos presentes en el folículo piloso con una afinidad 5 veces superior a la testosterona, activando los genes responsables del fenómeno de miniaturización progresiva de los folículos. Existen 3 isoenzimas de la 5-a-reductasa, aunque solo haremos referencias a los tipos 1 y 2: el tipo 1 se encuentra principalmente en las glándulas sebáceas y sudoríparas, y el tipo 2 la localizamos en la próstata y los folículos pilosos.

Finasteride inhibe principalmente la isoenzima tipo 2, disminuyendo la DHT sérica en un 65%, mientras que dutasteride inhibe ambas isoenzimas, disminuyendo la DHT sérica un 90%. Dutasteride es 3 veces más potente que finasteride en la inhibición de la isoenzima 5-alfa-reductasa tipo 2 y 100 veces más potente en la inhibición del tipo 1. Asimismo, presenta una vida media mucho más larga (4-5 semanas frente a las 6-8 h de finasteride).

En 1992, finasteride fue aprobado por la FDA, para el tratamiento de la hiperplasia benigna de la próstata. 5 años más tarde, logró se la aprobación de la FDA para el uso de finasteride como tratamiento de la calvicie androgénica. Ambos están aprobados para tratar la hiperplasia benigna prostática y sólo finasteride, para la alopecia androgénica masculina.

 Dutasteride ha mostrado ser eficaz en el tratamiento de la AGA masculina (MAGA) a dosis de 0,5 mg/día, aumentando significativamente el número de cabellos tras 6 meses de tratamiento en comparación con placebo.  Y finasteride a dosis de 1mg/día.

 

¿Finasteride y Dutasteride producen disfunción sexual?

Clásicamente estos fármacos se han asociado a un discreto incremento del riesgo de efectos adversos en la esfera sexual, en general menores y bien tolerados; sin embargo, desde hace algunos años se ha descrito el síndrome post finasteride en el que se pretende relacionar la presencia de efectos adversos sexuales y no sexuales después del tratamiento con este fármaco. Entre los sexuales, la disminución de la libido, la disfunción eréctil y la alteración del eyaculado son los más frecuentes, destacando la disfunción eréctil entre el 2-7% de los pacientes que toman finasteride. Algunos autores sugieren que estos efectos adversos son más frecuentes en los pacientes que toman dutasteride, y que el mecanismo patogénico que podría explicar la disfunción eréctil es la interferencia con la activación de la enzima óxido-nítrico-sintetasa.

Estudios clínicos sugieren que estos efectos adversos son reversibles al suspender la medicación, o se atenúan con el uso prolongado del fármaco; sin embargo, algunos autores han sugerido que, en pacientes susceptibles, estos síntomas pueden ser irreversibles o persistentes y que incluso podrían condicionar ideas suicidas. Las discrepancias podrían explicarse por los posibles sesgos de selección y la ausencia de placebo en estos estudios. Además, recientemente se ha demostrado que los pacientes con alopecia androgénica masculina presentan alteraciones psicosociales debidas al cambio de imagen corporal que produce la alopecia, lo que podría condicionar alteraciones en el deseo sexual y la función eréctil, sin estar asociado al uso de fármacos.

Se ha descrito que estos efectos adversos son más frecuentes en aquellos sujetos que han sido previamente informados, a veces de forma errónea por familiares y amigos, lo que sugiere un mecanismo psicológico subyacente más que farmacológico, que se denomina «efecto nocebo». También se debe considerar que las causas más frecuentes de abandono del tratamiento con finasteride no tienen que ver con la presencia de efectos adversos sexuales y sí con la ausencia de resultados clínicos esperados por los pacientes. En cualquier caso, estudios bien diseñados y adecuados a programas de farmacovigilancia podrían aportar más datos en el futuro.

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